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jueves, 5 de enero de 2012

Tal como lo ve Bill No. 296

296

Inventario Diario

A menudo, al repasar el día solamente el examen más íntimo revelará nuestros verdaderos motivos. Hay casos donde nuestro antiguo enemigo, la racionalización, ha intervenido y ha justificado una conducta que realmente estaba equivocada. La tentación en este punto es imaginar que tuvimos buenos motivos y razones cuando en realidad no los tuvimos.

"Criticamos constructivamente" a alguien que lo necesitaba, cuando nuestro verdadero motivo era ganar una discusión inútil. O, al no estar presente la persona implicada, creíamos que estábamos ayudando a los demás a comprenderla, cuando en realidad nuestro verdadero motivo era rebajarla para sentirnos superiores.
Lastimamos a aquellos que amamos porque "necesitan que se les enseñe una lección", cuando realmente lo que deseamos es castigarlos. Nos sentimos deprimidos y nos lamentábamos por ello, cuando en verdad estábamos especialmente buscando simpatía y atención.
DOCE Y DOCE, pág. 101

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