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miércoles, 4 de enero de 2012

Tal como lo ve Bill No. 295

295

Orar Correctamente

Suponíamos que estábamos practicando nuestra religión con toda seriedad, pero al analizarlo honradamente, vimos que sólo lo hacíamos superficialmente. O, yendo al extremo, nos habíamos dejado llevar por el sentimentalismo, confundiéndolo con el verdadero sentido religioso. En ambos casos, no estábamos dando nada a cambio de lo que queríamos.

No estábamos orando correctamente. Siempre habíamos dicho: "Concédeme mis deseos" en vez de "Hágase Tu Voluntad". No apreciábamos en absoluto el amor humano y divino. Por eso permanecíamos engañados y desde luego incapaces de recibir la gracia suficiente para devolvernos el sano juicio.
DOCE Y DOCE, págs. 34-35

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