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jueves, 1 de julio de 2010

Tal como lo ve Bill No. 100

La Montaña Olvidada


Cuando era niño, fui adquiriendo algunos de los rasgos que tuvieron
tanto que ver con mi deseo insaciable del alcohol. Crecí en un pequeño
pueblo de Vermont, bajo la sombra de Monte Eolo. Uno de mis primeros
recuerdos es el de mirar esta enorme y misteriosa montaña y
preguntarme qué significaría si sería algún día capaz de subir a un
punto tan alto. Pero mientras la estaba contemplando, mi tía me
distrajo la atención, trayéndome un plato de dulces, como regalo por
mi cuarto cumpleaños. Durante los siguientes treinta y cinco años,
seguí buscando los dulces de la vida, y me olvidé completamente de la
montaña.


* * * *


Cuando el desenfreno no llega a un grado ruinoso, tenemos una palabra
muy poco severa para describir nuestra condición: la llamamos
"disfrutar de nuestro bienestar".
A.A. LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD, pág. 55
DOCE Y DOCE, pág. 71

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