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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Tal como lo ve Bill No. 170

¿La Voluntad de Quién?


Hemos visto a miembros de A.A. pedir con mucho ardor y fe la dirección
explícita de Dios en asuntos que abarcan todos los aspectos, desde
solucionar una tremenda crisis financiera o doméstica, hasta corregir
la más pequeña falta personal, como la impuntualidad. El hombre que
trate de dirigir rigurosamente su vida por esta clase de oración, por
esta demanda egoísta de respuestas de Dios, es un individuo
particularmente desconcertante. A cualquier pregunta o crítica de sus
acciones ofrece instantáneamente su confianza en la oración para la
orientación de todos los asuntos grandes y pequeños.


Puede haber olvidado la eventualidad de que sus ansiosos pensamientos
y la tendencia humana a racionalizar, hayan desvirtuado lo que él
llama orientación. Con las mejores intenciones, intenta imponer su
voluntad en toda clase de situaciones y problemas con la confortable
seguridad de que está actuando bajo la dirección específica de Dios.
DOCE Y DOCE, 109-110

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