skip to main |
skip to sidebar
Las
Tradiciones
toman
forma
La modestia: un elemento de las
buenas relaciones públicas
Agosto de 1945
(Fragmento del Libro "El Lenguaje del Corazón" compilación de escritos de Bill W.)
... A los lectores del número de julio del Grapevine,
les dejó asombrados y les hizo pararse a reflexionar el artículo publicado
acerca del movimiento Washingtoniano. Nos resultaba difícil de creer que, hace
cien años, en los periódicos de este país aparecieran reportajes entusiásticos
acerca de cien mil alcohólicos que se ayudaban unos a otros a mantenerse
sobrios; que hoy día la influencia de esta buena obra haya desaparecido tan
completamente que muy pocos de nosotros hemos oído hablar de ella.
Echemos una mirada al articulo del Grapevine sobre
los Washingtonianos y citemos algunas frases: "Mitin popular en 1841, en
el Parque del Ayuntamiento de la
Ciudad de Nueva York, atrajo a un auditorio de 4,000
personas. Los oradores hablaban subidos en barriles de ron."
"Desfiles triunfales en Boston. El histórico Faneuil Hall estaba hasta los
topes." (¿Autopromoción exagerada - exhibicionismo? En cualquier caso,
suena muy alcohólico, ¿no?) "Los políticos miraban con ojos ávidos al
creciente número de miembros... sus intentos de reclutar votos contribuían a echar
a perder los grupos locales." (Nuevamente, huele a ambición personal, y
también a una innecesaria participación de los grupos en cuestiones polémicas;
la cuestión de más actualidad del momento era la abolición de la esclavitud.)
"Los Washingtonianos se sentían muy seguros de sí mismos... despreciaban
los antiguos métodos." (Quizás un poco arrogante. No podían aprender de
los demás y llegaron a competir, en lugar de cooperar, con otras organizaciones
de su mismo campo.)
Al igual que los AA, los Washingtonianos
originalmente tenía un solo objetivo: "Se interesaba únicamente en la
rehabilitación de los borrachos y Sostenía que no era asunto suyo el que otras
personas, que parecían ser poco afectadas por ello, utilizasen el
alcohol." Pero más tarde apareció una nueva tendencia: "En las
organizaciones locales más antiguas, había una división - algunas permitirían
vino y cerveza - otras clamaban a gritos por promulgar leyes que prohibieran el
alcohol - en su celo por conseguir nuevos miembros, reclutaron a mucha gente
bebedora, pero no necesariamente alcohólica." (Así, el firme y sencillo
propósito original del grupo se disipó en vanas controversias y objetivos
divergentes.)
Además: "Algunos [de los grupos locales de los
Washingtonianos] echaron mano de sus arcas para financiar sus propias
publicaciones. No había normas editoriales globales. Los editores de los
periódicos locales se metieron en riñas con los editores de los periódicos de
temperancia." (Aparentemente, el problema no estaba en el hecho de que tuvieran
publicaciones locales. Era más bien que los Washingtonianos dejaron de
aferrarse a su propósito original que les hubiera evitado entrar en peleas con
nadie; y también el hecho patente de que no tenían ninguna política nacional de
relaciones públicas, ni una tradición que todos los miembros estuvieran
dispuestos a seguir.)
Estamos seguros de que, silos Washingtonianos
originales pudieran regresar a este planeta, estarían encantados de vemos
aprender de sus errores. No considerarían nuestros comentarios como una crítica
sin objeto. Si hubiéramos vivido en su época, podríamos haber cometido los
mismos errores. Tal vez ahora estemos empezando a cometer algunos de ellos.
Así que debemos examinarnos constante y
detenidamente, a fin de tener la perpetua seguridad de que, dentro de nuestra
Sociedad, siempre seamos lo suficientemente fuertes y estemos suficientemente
fijados en nuestro único propósito como para relacionamos apropiadamente con el
mundo exterior.
Ahora bien, ¿Tiene AA un política de relaciones públicas?
¿Es todo lo buena que pudiera ser? ¿Son claros sus principios primordiales?
¿Puede responder a futuros cambios de circunstancias?
Ahora que nos encontramos cada vez más a la vista
del público, estas preguntas van cobrando mayor importancia para muchos AA. En
el número de septiembre del Grapevine, voy a tratar de resumir nuestras normas
actuales de relaciones públicas, cómo se desarrollaron y en qué, al parecer de
la mayoría de los miembros veteranos de AA, podrían mejorarse para responder
con más eficacia a nuestros nuevos y más urgentes problemas.
¡Que siempre estemos dispuestos a aprender de la
experiencia!
Las "reglas" son peligrosas
pero la unidad es vital
Fragmento del Libro "El Lenguaje del Corazón" escritos de Bill W.
Una sugerencia para elDía de Acción de Gracias(*)
(*)dedicamos actualmente el mes de Noviembre a las Tradiciones de AA
Noviembre
de 1949
Sazase ha propuesto la posibilidad de que AA
dedique la semana de Acción de Gracias a reuniones y meditaciones sobre la Tradición de Alcohólicos
Anónimos. El amigo que ingenió esta idea te dice por qué le parece buena. Me
siento plenamente de acuerdo con lo que dice él, y espero que tú lo sientas
también.
Antes de unirnos a AA, los alcohólicos de vez en
cuando podíamos lograr ese dudoso estado que se llama "la sobriedad,
punto." Solo Dios o un borracho seco pueden atestiguar lo lúgubre y vacía
que es esta supuesta virtud. ¿Por qué? Todo AA sabe por qué: nada ha reemplazado
a la bebida de la víctima; sigue siendo un hombre afligido por el conflicto y
la desunión. Entonces, le llegan los Doce Pasos de recuperación y le producen
un cambio de personalidad. El desgarrado candidato se siente reintegrado, hecho
de una sola pieza. Entendemos perfectamente lo que él quiere decir, porque está
describiendo el estado de unidad; está hablando de la unidad personal. Sabemos
que tiene que esforzarse por mantenerla y que, sin ella, no puede sobrevivir.
¿No se aplicará el mismo principio a AA en su
totalidad? ¿No es cierto también que no hay un peligro mayor para el alcohólico
que el de dar por supuesta su sobriedad? Si la cuidadosa aplicación de este
sano principio es para él una cuestión de vida o muerte, ¿por qué no lo es
igualmente para el grupo de AA, y para toda nuestra extensa Sociedad?
No obstante, muchos de nosotros seguimos
considerando como algo seguro la unidad de Alcohólicos Anónimos. Parece que nos
olvidamos de que toda la sociedad moderna se encuentra en una peligrosa y contagiosa
"borrachera seca." Evidentemente, pretendemos que somos tan
diferentes de otros hombres y mujeres que la desintegración no nos puede tocar.
Nuestra unidad nos parece un regalo del cielo del que nosotros los AA podemos
disfrutar perpetuamente sin hacer el menor esfuerzo.
No es mi intención el criticar, porque nuestra
actitud actual es bastante natural. Se deriva del hecho de que ninguna sociedad
ha disfrutado en su infancia de más protección providencial contra la tentación
y contra las desgracias que la nuestra. Hemos tenido pequeños problemas, pero
ninguno tan grave como para poner a prueba nuestra fuerza adulta. No es de
extrañar que nos sintamos un poco suficientes y satisfechos de nosotros mismos.
Con toda seguridad no sería ceder al temor ni tener falta de fe, predecir que
nos espera una época de pruebas más duras. Cuando reflexionamos sobre nuestra
situación, esto es lo que la simple prudencia y previsión nos dicen.
Las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos son la
destilación de nuestra experiencia de nuestro vivir y trabajar juntos. Sirven
para aplicar el espíritu de los Doce Pasos para la recuperación a la vida y la
seguridad del grupo. Tienen que ver con nuestras relaciones entre nosotros
mismos y con el mundo exterior; expresan nuestras actitudes hacia el poder y el
prestigio, hacia el poder y el dinero. Su intención es evitarnos las
afiliaciones seductoras y las grandes controversias; y poner los principios muy
por encima de las ambiciones personales. Como muestra de esto último, nos piden
que mantengamos el anonimato personal ante el público como protección para AA y
como prueba del hecho de que nuestra Sociedad tiene la intención de practicar
la verdadera humildad.
Para la información del público en general y para
la instrucción de los nuevos miembros de AA, se acaban de publicar las Doce
Tradiciones en una "forma corta" muy condensada, la cual esperamos
que tenga una lectura tan amplia y que sean tan bien comprendidas como los Doce
Pasos de recuperación. Si esto sucede, se disminuirán nuestros dolores de
crecimiento y empezaremos a acumular una gran cantidad de seguridad para los
años venideros.
¿Qué podría ser, entonces, más apropiado que reservar
la semana de Acción de Gracias para dedicarla a discusiones de los valores
prácticos y espirituales que podremos encontrar en nuestras Tradiciones?
Podríamos así reforzar nuestra fe en el futuro por estos prudentes medios;
podríamos mostrarnos dignos de seguir recibiendo ese don inapreciable de unidad
que Dios con su sabiduría nos ha concedido tan generosamente a nosotros los
Alcohólicos Anónimos en estos años tan importantes de nuestra infancia