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viernes, 4 de febrero de 2011

Reflexión del día 4 de Febrero

CUANDO FALTA LA FE


En ocasiones es más difícil aceptar el programa de A.A. para aquellos
que han perdido o rechazado la fe que para quienes nunca la tuvieron,
porque los primeros creen que ya intentaron la fe y no les sirvió de
nada. Ya conocen el camino de la fe y el camino sin la fe.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 30


Tan convencido estaba de que Dios me había fallado que acabé tomando
una actitud desafiante, aunque sabía que no debía hacerlo, y me lancé
a una última parranda. Mi fe se volvió amarga y eso no fue por una
mera casualidad. Aquellos que una vez tuvieron gran fe, tocan fondo
con más fuerza. Aunque me uní a A.A., tardaba tiempo en reavivar mi
fe. Intelectualmente estaba agradecido por haber sobrevivido una caída
tan vertiginosa, pero me sentía todavía duro de corazón. No obstante,
seguía ateniéndome al programa de A.A.: las alternativas me parecían
demasiado lúgubres. Seguía asistiendo a las reuniones y, poco a poco,
iba renaciendo mi fe.

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