LOS MISMOS DERECHOS
En alguna que otra
ocasión, la mayoría de los grupos de A.A. se lanzan frenéticamente a inventar
reglamentos. Pasado un tiempo, los temores y la intolerancia se apaciguan (y
nosotros nos damos cuenta). No queremos privar a nadie de la oportunidad de
recuperarse del alcoholismo. Deseamos ser tan inclusivos como podamos, nunca
exclusivos.
LA TRADICIÓN DE A.A.: COMO SE DESARROLLO, p. 10-11-12
A.A. me ofreció una
completa libertad y me aceptó por lo que soy. Ser miembro no dependía de la
conformidad, del éxito financiero o de la educación, y por eso yo estoy muy
agradecido. Frecuentemente me pregunto si yo ofrezco la misma igualdad a otros
o si les niego la libertad de ser diferentes. Hoy trato de reemplazar mi temor
y mi intolerancia por la fe, la paciencia, el amor y la aceptación. Yo puedo
llevar estas virtudes a mi grupo de A.A., a mi hogar y a mi trabajo. Hago un
esfuerzo para llevar mi actitud positiva dondequiera que voy.
No tengo ni el derecho, ni
la responsabilidad de juzgar a otros. Según sea mi actitud, yo puedo ver a los
recién llegados a A.A., a los miembros de mi familia y a mis amigos, como
amenazas o como maestros. Cuando pienso en algunas de mis opiniones del pasado,
veo muy claro el daño espiritual que me causaba mi fariseísmo.
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