Tal como lo ve Bill No. 303

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Consejeros Cariñosos

Si no hubiera recibido la bendición de tener consejeros sabios y afectuosos, hace mucho tiempo que podría haberme desquiciado totalmente. Una vez un médico me rescató de la muerte por alcoholismo, porque me obligó a reconocer que esa era una enfermedad mortal. Más tarde, otro médico, un siquiatra, me ayudó a mantener mi cordura, guiándome para que descubriera algunos de mis defectos más recónditos. De un clérigo adquirí los principios verdaderos según los cuales los A.A. ahora tratamos de vivir.

Pero estos apreciados amigos hicieron mucho más que ofrecerme su destreza profesional. Supe que podía acudir a ellos con cualquier problema. Su sabiduría y su integridad estaban a mi disposición, con pedirlas.
Muchos de mis más queridos amigos de A.A. han tenido conmigo esta misma relación. A menudo, simplemente por ser miembros de A.A., me podían ayudar cuando otras personas no podían.
GRAPEVINE, Agosto de 1961